Por la supervivencia y el crecimiento de nuestras empresas

El pasado 27 de enero tuvimos el honor y el placer de participar en la jornada dedicada a las Ayudas a las Empresas en su Recuperación, dentro del ciclo de conferencias Por la Supervivencia y el Crecimiento de Nuestras Empresas organizado por AEAE. Como no podía ser de otra forma, tratándose de un despacho de abogados especializado en pequeños y medianos empresarios, en nuestra exposición y posterior coloquio nos centramos en los nuevos cambios normativos que parecen buscar un cierto apoyo a nuestros sufridos emprendedores. En este sentido, recordando las clásicas virtudes cardinales, consideramos que todo emprendedor ha de contrapesar el viejo lema de fortuna audacem iubat con la virtud de la prudencia. Ésta, no ha de circunscribirse únicamente a una correcta evaluación de los riesgos financieros y comerciales, ha de centrarse en una correcta valoración de un entorno regulatorio en constante transformación en la que es difícil una planificación concreta y razonable a medio plazo.

Recordando al profesor Bauman sobre el concepto de modernidad líquida que define nuestro tiempo, la norma jurídica no es ajena a esa situación, pues si bien, antiguamente en nuestro venerable Código Civil encontrábamos respuesta a todas nuestras cuitas jurídicas, hoy en día no es que cambie constantemente la normativa, sino que de forma vaporosa va mutando diariamente en la prensa quien nos va informando del torbellino de cambios constantes a los que el sistema nos obliga a atender. Dentro de esta vorágine, como ejemplo, el nuevo anteproyecto de Ley Concursal contempla una serie de medidas acordes con los tiempos de digitalización extrema a la que no somete la agencia tributaria, pues regula un nuevo sistema concursal para autónomos y Pymes basado en la autogestión del expediente por el propio emprendedor a través de medios digitales.

Así las cosas, no sabemos en que acabará la nueva ley concursal, pero lo que es claro, es que alumbran nuevos conceptos como es la detección de la insolvencia temprana, para lo que se anuncia un sistema diseñado por la agencia tributarias para que cada empresario pueda realizar un autodiagnóstico de la situación de su empresa. Bajo la promesa de ser una ayuda para los emprendedores, pero lejos de ser un apoyo para los emprendedores, este constante cambio normativo, generalmente a favor de la administración y en contra del empresario y del ciudadano, genera una inseguridad jurídica que nos obliga a actuar con extremada cautela haciendo propio aquel lema de “preparados para lo peor, esperando lo mejor.”

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